Dolce & Gabbana en Roma: Un encuentro entre dos imperios.
- Eduardo Montoya
- 18 jul
- 2 Min. de lectura
En Roma, donde cada castillo guarda un secreto y cada calle es un vestigio de eternidad, Dolce & Gabbana ha encontrado el escenario ideal para reescribir su particular narrativa de lujo, historia y maestría artesanal. La capital italiana ha sido elegida como anfitriona de las presentaciones de Alta Moda, Alta Sartoria y Alta Gioielleria 2025.
Desde hace más de una década, el dúo creativo de Domenico Dolce y Stefano Gabbana ha llevado a cabo su personal Grand Tour por la península italiana, dando forma a la identidad cultural del país a través de desfiles que son, más que presentaciones de moda, rituales estéticos, y esta edición alcanza un nuevo clímax. No es casualidad que la Vía Sacra del Foro Romano y el Ponte Sant’Angelo hayan sido elegidos como sedes, son lugares que respiran solemnidad, poder y belleza, y que ahora dialogan con tejidos bordados, capas litúrgicas y sedas que capturan la luz como lo haría un mosaico bizantino.
La Alta Moda femenina desfiló entre ruinas sagradas. Fue un tributo al esplendor clásico, pero también a la Roma del Renacimiento y el Barroco, donde cada vestido evocaba columnas, frescos, cúpulas y fuentes, monumentos convertidos en moda, patrimonio tejido. La silueta clásica dialogó con tejidos monumentales, en una sinfonía de oro, marfil y rojo cardenalicio. Roma no fue el fondo, fue el alma de la muestra.
Por su parte, la Alta Sartoria masculina asumió una apuesta más arriesgada, al presentar en el Ponte Sant’Angelo una colección que, lejos de limitarse a lo ornamental, exploró la dimensión sagrada del vestir. Sotanas, estolas y solideos fueron extraídos del imaginario litúrgico y reinterpretados por la sastrería italiana en una especie de rito textil. No hubo parodia, sino reverencia, un acto devocional tanto hacia el arte sacro como hacia el arte de la costura.
El gesto final como en toda liturgia, llegó con la presentación de la Alta Gioielleria, donde cada creación parecía desenterrada del tiempo. Piezas que recuerdan al tesoro de una iglesia bizantina. Roma fue, una vez más, musa, escenario y protagonista.
Con esta trilogía de pasarelas, Dolce & Gabbana no solo reafirma su papel como custodios del saper fare italiano, sino que propone una visión del lujo anclada en la historia, pero proyectada hacia lo eterno. Roma no fue conquistada esta vez por emperadores ni papas, sino por la alta costura. Y lo hizo con el susurro de una seda al caminar.









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