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Felix dies natalis tibi sit, Roma!

Una mirada a los momentos más icónicos de la antigua Roma.


Salvete, Romani! Como bien sabemos, el pasado 21 de abril se conmemoró un año más de la fundación de Roma en aquel lejano 753 a. C.; es decir, ¡han transcurrido ni más ni menos que 2775 años desde que Rómulo, el mítico primer rey romano, fundó lo que se convertiría en una de las monarquías, repúblicas e imperios más importantes de toda la humanidad!


A lo largo de todo ese tiempo, incontables han sido los sucesos que marcaron la historia de la Città Eterna: desde épicas batallas que marcaron un antes y un después, pasando por el ascenso y caída de importantes personajes históricos, hasta la decadencia y el triste final de uno de los imperios más fuertes y famosos que se haya visto alguna vez. Por este motivo, y a manera de homenaje, hoy echaremos un vistazo a algunos de los eventos más significativos e interesantes de la antigua Roma.


Cabe mencionar que dividiremos este artículo en dos partes para que no sea tan largo.

Por ahora, nos conformaremos con repasar la etapa monárquica y republicana, así que estate atento y no te pierdas nuestro próximo número, pues ahí abordaremos la etapa Imperial.


La fundación y el origen legendario de los romanos

Como no podía ser de otra manera, tenemos que abrir el telón hablando del origen legendario del linaje latino, pues, según la tradición legada por Virgilio, los romanos descendían de los mismísimos troyanos.

Luego de la caída de Troya, Eneas –a quien por tal motivo se le otorgó el epíteto de “padre”– llegó al Lacio tras un largo viaje, en donde finalmente se establecería y dejaría descendencia. Entre su estirpe, se encontraba Rea Silvia, madre de los gemelos Rómulo y Remo, quien además fue fecundada por Marte, dios de la guerra. Si alguna vez te preguntaste por qué los romanos eran tan fieros y diestros en batalla, ahora sabes que por sus venas corría sangre troyana y además divina.

Justamente, luego de un primer periodo en donde Roma fue gobernada por reyes, en el 509 a. C. comenzó una de las etapas más prósperas, debido a que fue durante la República que el estado logró su mayor expansión territorial, llevando a cabo un gran número de proezas militares, consolidando así el dominio romano sobre la península itálica y más allá de ésta.


Las memorables guerras púnicas: prueba del poderío y la garra romana


Uno de los encuentros bélicos más importantes tuvo lugar a lo largo del siglo III a. C.: las Guerras Púnicas. En ellas, se enfrentaron las dos principales superpotencias mediterráneas de la época: la República Romana y Cartago, comandada por Asdrúbal y Aníbal. La rivalidad era tal, que se dice que uno de los políticos más importantes de la época, Catón el censor, siempre culminaba sus discursos con la oración Carthago delenda es –Cartago debe ser destruida–.

Durante la primera etapa, resaltó enormemente la determinación y estrategia romana. Los Cartagineses, a diferencia de los romanos, eran un pueblo nacido y criado en el mar, por lo que eran avezados navegantes. Pero, copiando la tecnología de los barcos cartagineses y tras un arduo entrenamiento marítimo, Roma venció a Asdrúbal y a Cartago en un entorno en el que no estaban acostumbrados, hasta ese entonces, a luchar.

Para la segunda etapa, Aníbal se planteó llevar la guerra a suelo italiano, cruzando los Alpes con todo y sus elefantes de guerra. Nadie creía que lo conseguiría debido a la dificultad y obstáculos que esto implicaba; no obstante, y luego de haber logrado tal hazaña, tomó por sorpresa al ejército romano, lo que provocó que desde un inicio se impusieran los cartagineses. A medida que se desarrollaba la guerra, las cosas pintaban cada vez peor para Roma; y los focos rojos se encendieron cuando en una localidad llamada Cannas, el ejército cartaginés barrió a las tropas romanas a pesar de la marcada inferioridad numérica de los hombres de Aníbal.

Todos pensaban que era cuestión de tiempo para que Roma cayera; empero, y con todo en contra, Publio Cornelio Escipión –a quien incluso se le hace referencia en el himno nacional de Italia– lideró con éxito un contraataque a la península hispana –uno de los principales núcleos el poder cartaginés–, y puso sus ojos sobre la propia Ciudad de Cartago ubicada en África, lo que obligó a Aníbal y a sus tropas a dejar Italia en auxilio de los suyos. Tras una aguerrida batalla en la ciudad de Zama, Escipión venció contra todo pronóstico al temible Aníbal. Cincuenta años después de esta batalla, los romanos incendiarían piedra por piedra Cartago, marcando así el final de uno de sus peores enemigos en una de las guerras más recordadas en la historia.


Los Idus de Marzo y la muerte de Julio César


No cabe duda de que uno de los genios militares y políticos más grandes y conocidos es Julio César. Gracias a él, la República obtuvo valiosas victorias militares en diversas expediciones, como la más importante llevada a cabo contra los galos y en la que se anexionó la Galia –región que comprendía partes de la actual Francia, Bélgica, Suiza y algunas zonas de Alemania–.

Sus éxitos en batalla y su popularidad entre el pueblo romano generaron descontento entre los mismos senadores y otros hombres de poder, pues temían que César se hiciera con el control absoluto.

Las cosas desembocaron en una guerra civil que enfrentó al ya mencionado Julio César y a Pompeyo Magno, otro político militar de gran renombre. César cruzó el río Rubicón armado y con sus tropas –lo cual estaba estrictamente prohibido–, tras lo cual, pronunció una frase que pasó a la historia: alea iacta est –la suerte está echada–… frase que parecía una predicción de lo que se venía, pues la suerte realmente lo favoreció con la victoria.

Luego de haber obtenido el triunfo, el estratega rechazó en varias ocasiones una corona de laurel que lo convertiría simbólicamente en rey. Los altos mandos no sintieron que esto fuera sincero y comenzaron a planear una conspiración en su contra. Finalmente, el 15 de marzo del año 44 a. C., durante los idus del mismo mes, Julio César recibió, según algunas tradiciones, un total de 23 puñaladas, de entre las que destaca la asestada por Marco Junio Bruto, a quien el político tenía en gran estima, pronunciando otras palabras que igualmente pasarían a la historia: et tu, Brute? –¿tú (también), Bruto?– o en griego Καὶ σὺ τέκνον; –léase “¿kaì sì, téknon?”: ¿tú (también), hijo mío?–. Si bien es cierto que no se tiene certeza de que esto fuera realmente dicho, tales palabras se siguen usando hoy en día para expresar una traición de quien menos lo esperabas.

Muerto César, se desencadenó en Roma una serie de sucesos que conllevaron a la creación del Imperio, que tuvo como primer emperador a su hijo adoptivo Octavio, quien para tales motivos cambió su nombre a Augusto… pero eso lo veremos en nuestro siguiente número.


Para ti, ¿cuál ha sido el momento más épico y recordado de la historia antigua o contemporánea de Roma e Italia? Sea cual sea tu favorito, esté o no esté en este recuento, eso sólo nos hace estar seguros de una cosa: la cultura, historia y legado romano es riquísimo e inmenso, de modo que ha logrado perdurar a lo largo de estos 2775 años a través de su literatura, su historia, su gastronomía y mucho, muchísimo más.


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