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Hay cosas que solo el italiano sabe decir

No es que otros idiomas no puedan intentarlo. Claro que el inglés se esfuerza, el francés suspira con gracia y el español se pone poético. Pero hay palabras que solo el italiano sabe decir de verdad. No por simple capricho lingüístico, sino porque cada una de ellas nace de una cultura, una historia y una forma de vivir específica, que resulta casi imposible de traducir sin perder matices. A continuación, seis ejemplos que confirman por qué el italiano no solo se habla: se vive.


Abbiocco


Es ese sopor delicioso que llega después de una comida abundante. No es simple cansancio ni una necesidad fisiológica cualquiera. El abbiocco es un estado de somnolencia mansa y placentera que suele visitarte justo cuando deberías volver al trabajo. Es la consecuencia lógica —y cultural— de una lasaña bien servida o un plato generoso de pasta al ragù. No se resiste, se acepta con resignación feliz.



Culaccino


Cuando levantas el vaso y queda la marca húmeda sobre la mesa, eso tiene nombre: culaccino. Literalmente, el “traserito” del vaso. Una palabra que une la observación detallista con una cierta ternura doméstica. El culaccino es efímero, pero molesto si te gusta la mesa impecable. Y aun así, no puedes evitar sonreír ante lo inevitable de su aparición.



Gattara


Una gattara no es solo una señora con muchos gatos. Es casi una figura de barrio, a veces invisible, a veces legendaria. La gattara se mueve sigilosamente por las calles con bolsas de croquetas y palabras dulces en voz baja. Es una protectora silenciosa de gatos callejeros, una presencia constante en muchas ciudades italianas. Ni santa ni loca: simplemente parte del paisaje urbano.



Meriggiare


Pocas lenguas del mundo han considerado necesario inventar un verbo para descansar a la sombra durante las horas más calurosas del día. Los italianos sí. Meriggiare. La palabra sugiere no solo el acto de descansar, sino una especie de pausa poética bajo un olivo, una siesta sin sueño, una contemplación lenta del mundo cuando el sol cae. No se trata de detenerse es saber cuándo hacerlo.



Magari


Probablemente la palabra italiana más cargada de emoción. Magari puede significar “ojalá”, pero también “quizás”, o incluso “sería maravilloso si…”. Todo depende del tono. Es un deseo expresado por quien no quiere imponerse al destino. Una sola palabra para resumir esperanza, resignación y anhelo, todo al mismo tiempo. Prueba a traducir eso sin perder la magia.



Menefreghismo


Esta palabra suena dura, y lo es. Menefreghismo viene de non me ne frega niente —me importa un comino— y define una actitud de indiferencia total, casi orgullosa. No se trata solo de apatía, sino de una postura ante el mundo. Una mezcla de rebeldía y desgana, de “yo voy por mi cuenta”. A veces criticada, a veces envidiada, siempre típicamente italiana.


Estas palabras son solo una muestra del alma del idioma. Porque el italiano no se limita a comunicar, sugiere y evoca una forma particular de estar en el mundo con palabras que sencillamente no se pueden decir igual en ningún otro idioma.

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