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Diana Sánchez

La voluntad de entender

Actualizado: 30 jun 2022

Se sabe que Mercurio es el planeta que rige la comunicación y que cuando está retrógrado deberíamos tener especial cuidado con todo lo relativo a ella.


Así, durante las semanas del año en las que dicho astro realiza su recorrido en aparente retroceso, todo lo que “se desvía” o “pierde el rumbo” sin ninguna razón lógica, podemos achacarlo a la energía que transita en el momento. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el regente de la palabra y el entendimiento no “interviene” de manera opuesta? ¿no deberíamos ser influenciados por esa vibración positiva y en general poder expresarnos de manera eficaz? ¿por qué a veces resulta complicado darnos a entender y que nos entiendan?


Estas semanas, observando a mi alrededor, me plantee estas preguntas y, una de las respuestas que vino a mi mente de forma recurrente fue… falta de voluntad.

Y es que, se ha demostrado que cuando las personas tienen ganas de entender, lo hacen, así de simple. Aún cuando podría parecer que no se puede lograr, generalmente es posible cuando todas las partes involucradas deciden hacerlo. Ejemplos, hay muchos, en mi caso, al ser profesora de lenguas, ha pasado que algunos de mis alumnos no tienen una lengua común conmigo y al principio debemos usar todas las herramientas con las que disponemos, incluidos gestos, movimientos corporales, sonidos, etc.


Otro más, es el que describe mi primer acercamiento formal al idioma y la cultura de Italia, y se traslada a mis años en la universidad. En ese periodo, trabajaba medio tiempo en un despacho contable, un buen día mi jefe me pidió atender a un cliente extranjero, del cual, por cierto, yo no tenía ningún tipo de conocimiento. Sin embargo, había sido elegida porque hablaba un poco de inglés.

Al llegar a la cita, entre un mar de gente, se encontraba él… esperando pacientemente.

Me acerqué a saludarlo y me presenté, él me miró, también se presentó en inglés y después, empezó a hablar en un italiano muy rápido.


Inicialmente, yo no entendía nada, aun cuando traté de poner el máximo de atención. Luego de un rato de mirarlo y escucharlo, él hizo una pausa y me preguntó… ¿capisci? Y yo, le respondí… no, nada… bueno, en realidad sólo la palabra “capisci”, obvio por “El Padrino”. De repente, los dos comenzamos a reírnos como locos por lo absurdo de la escena. No obstante, al continuar con la conversación, los dos cambiamos nuestra manera de comunicarnos, tratamos de hablar más lento cada uno en su propia lengua, comenzamos a hacer mímica y hasta dibujamos.


Todo con un fin común: Comunicarnos para entendernos.

Al término de la cita, ya habíamos planificado toda la semana de trabajo. Fueron días súper intensos en los que desarrollamos un entendimiento más allá de las palabras. Éramos capaces de tratar temas laborales, personales y hasta contarnos chistes y bromear hablando cada uno un idioma diferente, y, aun así, comprendernos. Ahí nació no sólo una buena amistad, sino también mi interés por aprender italiano y conocer la cultura de la persona que, con su guía y ejemplo, me ayudó a ampliar mi perspectiva. Además, en ese momento, descubrí que, siempre tendrán mucho más valor las coincidencias que las diferencias y que, con voluntad y un poco de empatía, es posible lograr una buena comunicación.


Por lo tanto, sea que compartamos idioma con nuestros interlocutores, o no, mi sugerencia es que, sin importar el tránsito de Mercurio, tratemos de incluir estos dos factores cada vez que conversemos con alguien… incluidos nosotros mismos.


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