Jannik Sinner: la nueva élite del tenis habla italiano
- Eduardo Montoya
- 15 jul
- 2 Min. de lectura
La escena fue clara, en la final de Wimbledon 2025, Jannik Sinner levantó el trofeo más codiciado del circuito tras vencer a Carlos Alcaraz en cuatro sets. En la cancha central del All England Club no sólo se consagró un campeón, se consolidó un cambio generacional. El tenis ya no habla solo en serbio o en español. Habla también italiano, con acento del norte y la frialdad justa de alguien que no necesita celebrar en exceso para hacer historia.

Hasta hace unos años, pocos habrían apostado que el próximo número uno del mundo surgiría de un pequeño pueblo alpino donde la nieve marca el ritmo del calendario. Pero Sinner —cabello rojizo, rostro sereno— nunca fue parte del molde. A sus 23 años, es el primer italiano en liderar el ranking mundial de la ATP y uno de los jugadores más consistentes del circuito, con una temporada que ya es histórica.

Nacido en San Candido, en el Tirol del Sur, creció en una familia dedicada al sector hotelero y pasó buena parte de su infancia esquiando. De hecho, fue campeón juvenil en esa disciplina antes de decidir, a los 13 años, que el tenis sería su verdadero destino. Se trasladó entonces a Bordighera, a la academia de Riccardo Piatti. Hoy, Sinner no solo representa al país en lo deportivo, sino también en lo cultural.

Lo que lo distingue no es solo su precisión desde el fondo de la cancha, sino la calma con la que gestiona cada punto. Lejos del espectáculo mediático y de las frases altisonantes, ha construido una imagen sobria, moderna y sin excesos. Patrocinios con marcas como Gucci, Rolex o Lavazza lo muestran como parte de una nueva generación de atletas que entienden el deporte como una plataforma más amplia, en la que el estilo y la conducta pesan tanto como el talento.

Su consagración comenzó a definirse con el título en el Abierto de Australia 2024, donde venció a Djokovic y Medvedev. Pero lo de Wimbledon 2025 fue otra cosa, un cierre perfecto para un año que lo confirma como el mejor. No hubo exhibiciones ni declaraciones polémicas. Solo un juego impecable, una ceremonia medida y la sensación de estar presenciando el nacimiento de una nueva era en el tenis.

Fuera del tour, Sinner mantiene un perfil similar. Vive en Montecarlo, viaja con frecuencia a ver a su familia y evita sobreexponerse en redes sociales. Cuando no entrena, lee y prefiere evitar entrevistas innecesarias. En un entorno donde la mayoría de los deportistas busca diferenciarse con gestos estridentes, él lo hace con resultados.

Jannik Sinner llegó para quedarse. Estamos ante una nueva leyenda del tenis, un jugador que combina rigor técnico, templanza mental y una elegancia natural que lo distingue sin esfuerzo. Italia, que ya ha dejado su huella en el fútbol, el ciclismo y el automovilismo, ahora pisa fuerte también en las canchas. Y lo hace con un campeón que no necesita gritar para que el mundo lo escuche.
Comentários